De leer este libro sobre la Revolución
Mexicana, gané una apreciación más fuerte de la suerte que tenemos en Estados
Unidos de vivir en un país que tuvo una revolución tan estable por comparación.
La revolución que tuvo México sería como uno en que fue asesinado George
Washington y en que no había una rebelión sola contra los ingleses sino varias.
Ávila y Salmerón nos muestran una revolución maderista, una zapatista, una
villista y otra constitucionalista. La revolución llegó abrumadoramente de las
clases campesinas, quienes en 1910 conformaron 73% de la población. Aunque no
muestran ejemplos, los autores dicen que en México había más “revueltas campesinas
entre 1760 y 1910 que ninguna otra región del hemisferio occidental.” Entonces ellos
estaban preparados para la más grande, cuál llegó en 1911.
Resumen de
los Acontecimientos
Con varias décadas de regir sobre
México, el régimen de Porfirio Diaz, conocido como “El Porfiriato” llegaba a
ser muy alejado del pueblo. Había una crisis de las tierras. Los campesinos
fueron forzados de sus antiguas tierras y quedaron trabajando en propiedades
arrendadas. El general Diaz abolió las Leyes de Reforma, que habían prohibido “la
posesión de bienes por las corporaciones religiosas, impedían el establecimiento
de órdenes monásticas y limitaban la educación religiosa en las escuelas.” Esto
catalizó una renovación del liberalismo mexicano en contra de leyes laicas que
ayudó en formar el Partido Liberal Mexicano en contra de su regimen. En el comienzo
del siglo, el coahuilense Francisco Madero empezaba a interesarse en la política.
Escribía libros y artículos en favor de democracia en México, afirmando que
México se había debilitado bajo de Diaz, quien, irónicamente, originalmente tenía
como lema “No reelección.” Madero era el primer político moderno de México con
la formación de su nuevo partido, el partido antirreeleccionista, cual era “el
primer partido político de ciudadanos, formulado con base en principios y no en
personalidades.” Él se postuló como candidato para la presidencia, pero fue
arrestado. Después de la elección fraudulenta, Madero se escapó de la cárcel y
dirigió una revolución y en solo seis meses había entrado a la Ciudad de México
triunfante, pero solo era el comienzo.
Madero era moderado y trataba de
poner en su gabinete gente del antiguo régimen y mantenía el mismo ejercito del
Porfiriato. Es decir que la revolución inicialmente no era tan radical. Ni tocó
la idea de reforma de tierras que llegaría a ser el tema central. Se abrió una
fractura entre Madero y muchos grupos revolucionarios que querían seguir con la
revolución y que no tenían fe en los mismos que habían trabajado para Porfirio
Diaz manejando el país. En lugar de eliminar al ejercito federal, Madero
eliminó al ejercito revolucionario. Había un acuerdo de desarme para un grupo
de rebeldes del sur todavía casi desconocidos y dirigidos para un hombre que se
llamaba Emiliano Zapata, quien se convertiría en uno de los líderes más
importantes. No obstante, se rompió el acuerdo por los nuevos maderistas
quienes eras los antiguos porfiristas y Zapata volvió a la guerra. Mientras el
proyecto de Madero era resolver problemas sociales paulatinamente, Zapata y
muchos de los campesinos querían acabar con el latifundio ya. Nunca se podían
tolerar para mucho tiempo.
Sería Madero que partió de la
escena revolucionario y el mundo primero. En 1913, con la aprobación del embajador
Henry Lane Wilson (quien no obtuvo aprobación de su propio gobierno), Victoriano
Huerta, el comandante de las fuerzas armadas, con Félix Diaz, el sobrino de Porfirio
Diaz, y el caudillo Bernardo Reyes sitió a la capital para diez días (“El
decenio trágico”). Prometió seguridad para Madero si se rendiera, pero cuando
se rindió, Huerta lo traicionó, asesinándolo. Huerta y sus aliados trataban de
imponer nuevamente el régimen del Porfiriato, sino sin Porfirio Diaz y con
Huerta encima. Huerta enfrentaría tres fuerzas contra el: el
constitucionalismo, dirigido por Venustiano Carranza, el villismo, dirigido por
Pancho Villa y el zapatismo, dirigido por Emiliano Zapata. El gobierno de
Estados Unidos, cuando se enteró el presidente Woodrow Wilson lo que había
pasado, no reconoció a Huerta y no le otorgó préstamos, esperando para ver si
era capaz de controlar el país.
No era capaz. Enfrentando a tres caudillos y tres ejércitos, el ejercito
federal no se podía ganar. El 15 de julio de 1914, Huerta se resignó y dejó el
país para exilio, con la suerte de no haber compartido el destino de su víctima,
Madero. Con su caída se disolvió todo el régimen que existía de la constitución
de 1857 y el estado mexicano dejo de existir. Los norteños que se combinaron en
el partido constitucionalista bajo de Venustiano Carranza fueron los primero
llegar a la capital y tomarla. Pero tomar la capital fue el peor momento para
el movimiento. A tomarla, los grupos que apoyaban a Carranza empezaban a
fracturarse mientras tenían el otro enemigo a su lado, Emiliano Zapata. Los zapatistas
no veían ningún cambio. El enemigo estaba en la capital, solo que ya tuviera
otro nombre. Sin embargo, los zapatistas quedaban como nada más que una fuerza
regional, sin ganas de conquistar el país entero.
Emiliano Zapata fue electo como representante de su pueblo en 1909 y “encabezó
la lucha legal por sus tierras originales, sin éxito.” Él había visto en su
pueblo un fenómeno que estaba pasando por todo el largo y ancho de México. Las
haciendas fueron avanzando, comprando tierras y dejando los aparceros y
finqueros sin nada. Las tierras que habían sido suyas ya se arrendaban. Al
momento de revolución, casi no quedaban tierras libres. El zapatismo fue
conformado de la tradición no olvidada de la posesión original de las tierras
con el desplazamiento de los campesinos arrendatarios. Los zapatistas crearon
el Plan de Ayala, publicado el 15 de diciembre de 1911, un texto que convirtió
el zapatismo en el movimiento agrario más serio e importante del país por sus
demandas para apropiación de tierras por el gobierno para entregárselas a los
campesinos. Amplió su influencia y la influencia de la demanda para restitución
de tierras más allá que las fronteras del ejército de Zapata. Aunque su ejército
no ganaba muchas batallas, el zapatismo ganó su influencia por sus ideas que
captaron el país y todos los campesinos pobres. Entonces el primer conflicto
más grande para los zapatistas era el de la tierra, pero se siguió por
conflictos entre el ejército y el pueblo que defendía. Recaudando fondos para
la guerra, el ejército necesitaba azúcar y otros cultivos que se podían vender.
Sin embargo, los campesinos consideraban azúcar, que sembraban las haciendas,
un símbolo de su opresión. En lugar de eso, cultivaban maíz y otros cultivos
para la subsistencia. Por esta falta de recursos, muchos soldados zapatistas se
acudían al bandidaje para alcanzar sus necesidades.
Pancho Villa era el caudillo más exitoso, tácticamente, en la lucha
contra los federales de Diaz y de Huerta. Ganando fama en el occidente y noroeste
del país, Villa lanzó su propio proyecto para arreglar la situación. Los
autores dicen que era una forma de “maderismo popular y radicalizado.” Apoyó el
federalismo, redistribución de propiedad raíz y la restauración de “orden
constitucional.” Con Villa, Zapata y Carranza había tres caudillos controlando
el país. Carranza decidió enviar una especie de diplómate a Villa, intentando
formar una convención constitucional. Sin embargo, cuando Villa aceptó,
Carranza se cambió de mente. Esto pasó dos veces, dando rabia a Villa. No
obstante, en el fin se formó una asamblea y los villistas invitaron a los
zapatistas. El caudillo Álvaro Obregón, quien era subordinado de Carranza, tuvo
éxito en expulsar todos civiles de la Convención con la lógica de que solo los
soldados habían luchado en la Revolución y por eso solo los soldados merecían
representación. Sin embargo, los zapatistas enviaron muchos “soldados” que
nunca lucharon sino tenían un oficio, pero eran mejor caracterizados como intelectuales.
Los villistas y los zapatistas pronto se aliaron para oponer los carrancistas,
quienes eran más. Trataron de sacar Carranza de poder como Jefe Supremo, pero
él dijo que lo aceptaría solo si Villa y Zapata entregaran sus poderes antes.
Zapata negó y solo Villa aceptó la decisión, pero por la negación de Carranza y
Zapata nunca se hizo.
Con el fracaso de la Convención, comenzó una guerra civil entre las fuerzas
de Carranza y los aliados de Villa y Zapata. Sin embargo, en lugar de
concentrar sus fuerzas y atacar el base de carrancismo en Veracruz, Villa y
Zapata dispersaron sus fuerzas y Carranza ganó la guerra civil. El ejército de
Villa, que parecía invencible contra los federales, se encontró vencido por el
ejercito revolucionario de Carranza, tan motivado como los villistas.
Después de ganar, Carranza siguió una política de redistribución de
tierras mucha más conservadora y moderada. Emergió una división en las fuerzas
triunfantes, específicamente entre Carranza y Obregón. Carranza tenía la idea
de crear un estado nacional fuerte, centralizado, presidencialista y
capitalista. Obregón, al otro lado, miraba más al porvenir, con un estado
corporativo y populista y no basado en la fuerza de armas sino la legitimidad
del apoyo del pueblo. Esencialmente, Carranza representaba una vuelta parcial a
lo que apoyaba Madero mientras Obregón representaba el zapatismo o villismo ya
destruido de una forma bastante más moderado. En 1920, Carranza no se declaró
por la presidencia y Obregón sí. Obregón prometió más protecciones para
trabajadores y que creara un departamento de labor. Interviniendo en la elección,
Carranza orquestó un complot para acusar a Obregón de fomentar una rebelión.
Era mentira, pero se convirtió en verdad porque se robó la elección de la
gente. Obregón ganó la elección y el proceso de consolidar poder acabar con la
revolución empezó después de nueve años de lucha.
Conclusión
La Revolución Mexicana es notable
por su violencia y caos. Ningunos de los lideres de la revolución lograron gobernar
el país, sino que Álvaro Obregón lo ganó en una última revuelta contra su ex-jefe
Carranza. Era peculiar en que los caudillos no solo eran hombres fuertes, sino representantes
de sus soldados. Los soldados, cuando murió un jefe, reunían en asamblea para
elegir un reemplazo. El libro da tres ejemplos de este fenómeno. Esta fuerza de
la necesidad de buscar legitimidad de a bajo resultó en un México en el siglo
XX que usaba la política de masas y la movilización de la lucha callejera. Los
sindicatos, grupos estudiantiles y grupos de campesinos se convirtieron en los
actores políticos gracias a una devolución de poder a ellos.
Pero más que todo la diferencia
en México era del control de la tierra y el subsuelo. Los autores nos dicen que
“los recursos del subsuelo representaban más del 60% de las exportaciones en
1910, y un porcentaje aún mayor en 1920.” En cambio de durante el Porfiriato,
el gobierno mexicano llegaría a ser el dueño del subsuelo y su petróleo hasta
hoy. Aún más importante, en los decenios que seguían a la revolución, se entregó
a los campesinos “más de cien millones de hectáreas, … más de la mitad del
territorio nacional.” La revolución marcó el fin de una generación de
hacendados y desigualdad y el comienzo de un estado más igual.
No comments:
Post a Comment